Kurt Hahn, el pedagogo fundador de lo que se volvería el Movimiento Global UWC, decía que “hay más en nosotros de lo que nos damos cuenta. Si podemos hacer que lo reconozcamos, tal vez y por el resto de nuestras vidas, no estaremos dispuestos a conformarnos con menos”. Y fue precisamente eso lo que sucedió en el Programa Impulso, de UWC Colombia.

El programa, que reúne a 40 jóvenes de todas partes de Colombia, abrió un espacio para el encuentro de estos y estas jóvenes, tanto entre sí como consigo mismos. Por dos semanas, todo un país se recreó en cada espacio y cada instante que compartimos en Ráquira. En el comedor, donde cada día no sólo degustábamos la diversidad culinaria de Colombia, sino que la compartíamos entre risas, palabras nuevas y la curiosidad infalible de quienes empiezan a mirar a Colombia desde ojos y experiencias nuevas, de formas nunca antes imaginadas. O bien en el hermoso paisaje que nos rodeaba, cuyos rincones atestiguaban reflexiones y silencios que abonaban el auto-descubrimiento y las ganas de seguir aprendiendo.

Como parte del equipo facilitador, el programa también fue una oportunidad única para presenciar el proceso de crecimiento y aprendizaje de un grupo maravilloso de jóvenes que ya llevaban el impulso en su interior. Cada día era un nuevo reto que hacían frente con energía y compromiso, listos y listas a salir de sus zonas de confort, a veces arriesgándose a subir una montaña por primera vez, otras compartiendo conversaciones con jóvenes de contextos radicalmente distintos, unas escuchando nuestro himno nacional en un idioma originario y otras al auto-examinarse y evaluar las formas en que se relacionaban y participaban de esa Colombia inclusiva y en paz que todos queremos construir.

El Programa Impulso fue exactamente eso, un impulso no antes visto y de una naturaleza única. Un Impulso que nos sacó a todos de nuestras zonas de confort. El Impulso que reafirmó la posibilidad de que esa generación marcada por el hito de los acuerdos de paz, se enfrente a las infinitas realidades que les definen, aprenda de ellas y construya el país con el que todos y todas soñamos. Para mí, fue un honor y privilegio ser parte de él, y sé que Kurt Hahn estaría orgulloso.

–Xochilt Exué Hernandez Leiva, Facilitador, 2016

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